viernes, 13 de septiembre de 2013

Voces

Poesía y país

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Por: Franklin Bordas Lowery


“Te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño”, escribe Rubén a Nicaragua, en una declaración poética y a la vez un compromiso, que cumplió hasta el final como un trabajador infatigable de la poesía y la diplomacia. Y ese compromiso de Darío es el testamento que recogen los poetas del presente, frente al desafío de crear desde distintos espacios culturales, en los que se afirma que la poesía está en crisis.

¿Por qué la gente, cuando oye de poetas, pretende excluirlos de su medio para hacerlos islotes de poesía? ¿Es que creen que la pureza intelectual de la que hablan los críticos, los imposibilita para otros oficios?

Podría malinterpretarse a J.A. Goytisolo, poeta español de la generación del cincuenta, cuando en su poema El oficio del poeta , escribe: —contemplar las palabras sobre el papel…— ¡Qué va!

Goytisolo habla de la poesía y el poeta como artista de la palabra, y queda mudo el otro mensaje, el de la palabra en la vida.

¡Como lo saben los poetas! aquellos que sus vidas fueron sacudidas por las palabras que lanzaron al mundo, aquellos que la poesía les dio gloria, pero también dolor.

En Nicaragua felizmente nacen poetas todos los años. Es un país de poetas, que hacen de todo, además de poesía. Médicos poetas, ingenieros poetas, publicistas poetas, sacerdotes poetas, vendedores poetas, entre otros.

Vivimos en una Nicaragua-poesía, que atesora una visión de un gran país, vivo en la imaginación de un ejército de soñadores —herederos de la visión del magnífico Rubén— “una Patria grande”.

¿Por qué escribir poesía? —se pregunta el escritor uruguayo Eduardo Espina, y su respuesta es una suerte de algoritmo simple: “Porque no se puede no hacerlo”. Y a la otra pregunta ¿para qué no escribir poesía? nos dice: “Se escribe porque algo impide que no se haga”. Y así, nacen y nacen nuestros poetas, escribiendo poesía por una necesidad interior de hablar con los otros, infinidad de veces desde la soledad de las palabras.

Pero ser poeta no significa abandonar lo otro, lo del hombre y la mujer que viven el sacrificio diario de la búsqueda del pan. Esa vivencia entre las multitudes y el don del sueño hecho palabra, hace que los poetas tengan una visión de país, que debería consultarse.

Esa búsqueda de la perfección en la poesía, que se impone Carlos Martínez Rivas, cuando en su canto fúnebre a Joaquín Pasos escribe: “Hacer un poema es planear un crimen perfecto. Es urdir una mentira sin mácula, hecha verdad a fuerza de pureza”. ¿No creen queridos lectores que valdría la pena hacer derivaciones de pensamientos notables, a la vida nacional? Nicaragua necesita poetas-estadistas, poetas-magistrados, poetas-policías. Personas que entiendan el bien que el país requiere con urgencia.

Pero que no solo lo entiendan, porque muchos lo entienden; sino que lo interpreten con claridad de poeta. Que puedan escribirlo como ellos, como si una voz interior lo estuviera dictando.

El país necesita poetas en sus instituciones, en las empresas, en los proyectos. Corazones libres que aman la justicia. Que además la predican, con su resistencia a comulgar con la indecencia y la farsa. Y que por sobre todo, sueñan llenos de amor por una Patria como un “hogar feliz” para todos, en la que podremos repetir a la manera de Martínez Rivas ese hermoso verso: “el amor ganará”. El autor es escritor.