EL MUNDO NO ES PARA DESCANSAR
(Sept 2006)
Mi destino no era venir al mundo para descansar al final de la vida”, afirmó Fidel Castro en un discurso al parlamento unicameral cubano. Ya antes Rubén Darío había dicho, con la frase de Cuauhtémoc: “Yo no estoy en un lecho de rosas”, en su Oda a Roosevelt (1904). Y los inmigrantes salen a buscar un descanso en otro lugar, huyendo de batallas interiores más que exteriores. El episodio final de cada historia parece ser el mismo, no existe un punto geográfico del planeta diseñado para la paz y el descanso verdadero que se busca. Porque el mundo simplemente no es un lugar de descanso, el mundo es sólo para vivir, —es un lugar de peregrinación—.
Un punto de descanso se ha convertido en una frenética e interminable búsqueda para la humanidad. “El lugar del descanso final para el cuadragésimo presidente de EE.UU. (R. Reagan), está sobre Simi Valley, unos 65 kilómetros al norte de Hollywood, donde Reagan trabajó como actor antes de entrar en política, y al sur de la hacienda, en la cual a menudo buscó refugio de Washington, cuando era Presidente”, describe Voice of America, en junio 2004. Muchos infieren, que el lugar de descanso es el final físico, —la muerte—, lo que no parece agradar a corrientes hedonistas, que buscarían placer hasta en el mismo infierno.
Florecen lugares paradisíacos a lo largo del mundo donde se venden “ofertas de paz y descanso” inigualables. Costa Rica vende su “experiencia mágica” y amor por la paz, Nicaragua “el país más seguro de Centroamérica”, Namibia “esplendor áspero”, Honduras “bosques nublados e inexplorados”, Argentina “su fabulosa cultura”, etc. Los países compiten para atraer visitantes agotados a refrescarse de paz, tranquilidad y descanso. Se venden lugares de descanso. Todos buscan descanso. Fidel habla de un descanso que aún no consigue y duda en obtenerlo. Darío aparenta no haberlo logrado a lo largo de su vida.
“Quien viva en Hawai y no tenga una tabla de surf está muerto”, y muchos asocian descanso con surf, agrediendo su lacerada economía personal hasta la bancarrota. La venta de mapas ha crecido. Muchos quieren identificar ese lugar que vende un “descanso único”. La gente busca abandonar el invierno de sus países donde la hibernación en casas enmohecidas les roba la paz, y buscan el sol del trópico, como tabla de salvación y descanso. Hay quienes deciden ahorrar toda su vida para comprar el lugar de descanso en su tercera edad, como una agradable ilusión que les permite sacrificios en el presente.
Es como una sed interminable, buscar descanso. Su búsqueda siempre ha sido como un virus, que de forma periódica contamina a lo largo de la vida. Querer descansar es transversal a todos, en un mundo cada vez más cansado. El agotamiento físico se confunde con un cansancio, que por más descanso que tengas, no logras superarlo. Por más lugares que visites donde la oferta de descanso sea la más costosa y codiciada, sólo obtendrás alivio temporal, porque el descanso no está en un lugar, no es un punto geográfico en el planeta, no se compra ni se vende, está dentro de ti.
—Yo les daré descanso dice Jesús—. El descanso verdadero entonces sólo se obtiene de una persona que lo proporciona como un regalo. “Vengan a mí y hallarán descanso para sus almas” (Mateo 11. 18-30). Con esta clave bíblica, los cristianos reconocemos que buscar el descanso interior, el oasis espiritual que ansiamos no está en un sitio, no es un lugar físico, es una persona, es Jesús.
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