Voces Managua, 22 de febrero, 2013 | Actualiza
El apetecido trabajo desde arriba
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Franklin Bordas Lowery
fbescritor@gmail.com
¿Por qué todos los que dicen que quieren trabajar por Nicaragua, buscan un empleo en el Gobierno? Aires franciscanos burbujean alrededor de aquellos empecinados en colaborar con el “rescate del país”, que humildemente repiten que las cosas están mal, que la crisis, etc., pero buscan afanosamente estar detrás de un sillón público, y cuando lo consiguen, caminan con silencio de difuntos, o andan “encubiertos”, para que no se les recuerde aquello del interés por Nicaragua, que preconizaban ardientemente en las entrevistas.
Los empleados corrientes del Gobierno, —menores e intermedios— que pululan en los ministerios, no es lo que atrapa a los que quieren transformar el país. Son los altos cargos del escalafón político, donde se come con el poder a diario, lo que desvela a estos paladines que han decidido “combatir el mal” desde arriba. Pobreza, corrupción, desigualdad, inmoralidad son los altos estandartes que esgrimen los candidatos al círculo de los intocables, mientras Maquiavelo recuerda que “no hay que atacar al poder si no tienes la seguridad de destruirlo”. Bah, de todos modos se sobrevive en el intento, y esto, certifica que el fin justifica los medios de forma conveniente.
Muchos odian el quehacer desde abajo, que significa exigencia, voluntad, disciplina y esfuerzo, porque eso no está en su manual de vida, el espíritu de sacrificio se lo dejan a otros. Y como el náufrago, aguardan que la playa aparezca por encanto, o el billete del premio mayor se muestre en un reluciente sillón político, que esperan con cierta impaciencia. Claro, luego de ver como les va, a ciertos funcionarios del gobierno o paragobierno —cuyo fenotipo habla— y de quienes se dice que trabajan ardua e invisiblemente, no es para menos, llevar adelante la lucha de sus candidaturas in extremis.
Hay quienes opinan que la mayoría de los que luchan por los de abajo, lo hacen con un destino claro: ser parte de los de arriba. No sabemos si así fue con Lula da Silva, que de mecánico pasó a ser presidente de Brasil, quién aclaró tempranamente cualquier promesa que pudo haber hecho en relación a la pobreza diciendo, “si fuera fácil resolver el problema del hambre, no tendríamos hambre”. No decimos que trabajar en el Gobierno del país, —desde arriba—, es malo. Malo es el que no quiere trabajar y piensa que la mejor forma de hacerlo es estar allí. Trabajar desde arriba es un sueño veranero de muchos críticos.
Tener tiempo para no hacer nada y decir que hace, y que le paguen por aparecer en público no deja de ser tentador. ¿Por qué los que quieren trabajar para cambiar Nicaragua, no se les ve trabajar? Los que están cambiando Nicaragua están trabajando todos los días desde que el sol sale, anónimos, imperturbables y estoicos.
¿Por qué todos aquellos que quieren transformar Nicaragua no se comprometen a trabajar desde abajo primero, pero además comenzar a hacerlo? John F. Kennedy nos regaló esta espectacular frase: “Así pues, compatriotas: no pregunten qué puede hacer su país por ustedes, pregunten qué pueden hacer ustedes, por su país”. Entonces, ¿Qué puedo hacer yo por mi país? El autor es escritor.
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