miércoles, 8 de enero de 2014

Managua, 07 de enero, 2014 |

Franklin Bordas Lowery

El futuro no envía heraldos
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 ¿Quién piensa en lo que pierde cuando le quedan segundos de vida? ¿Será que mientras caía abatido Uday Saddam (hijo mayor del finado, Saddam Hussein)  abatido en Mosul en 2003 por las fuerzas especiales de los Estados Unidos, pensaba en sus mil vehículos, joyas, pinturas y otras colecciones que perdería?

La psicología de la agonía, podría poner sinnúmero de ejemplos, de personas que agonizan largamente, por su miedo a soltar bienes y propiedades.  “Todo se quedó en el tiempo. Todo se quemó allá lejos”. Tinte lapidario destilan estos últimos versos, del extraordinario poema “Canto de Guerra de las Cosas” de Joaquín Pasos (1914), porque es verdad que al final de la vida, todas las cosas que han sido la paga de enormes y largas batallas, se van difuminando al doblar las esquinas de la edad, o al saltar circunstancias inesperadas.

Y vienen momentos en la vida, que te hacen reconocer que nada de lo que has agregado a tu patrimonio, te da verdadera grandeza. ¿Por qué las cosas van creando esclavos? ¿Qué necesidad interior nos va haciendo creer que contamos con mayores garantías, por el hecho de tener más que los otros? Disposofobia, es el trastorno de la acumulación compulsiva, (también, la incapacidad para deshacerse de ellos).

La avaricia está vinculada a este trastorno de forma directa y muy antigua, en que el avaro prefiere morir de hambre o padecer grandes necesidades, sin atreverse a tocar el dinero que guarda, que le provoca una fuerte paga emocional.

El mundo de hoy se ha estado llenando de acumuladores de cosas, de las que han ido surgiendo millones de pequeños y limitados dioses, que exigen altares y adoración muy sofisticada. Acaparadores de todo, desde llaves viejas encontradas en las calles, hasta autos antiguos, mariposas disecadas, comida enlatada, monedas, animales, casas, terrenos, y almas de aduladores, que también son como cosas que se acaparan, y que hasta se usan cuando se necesitan.

La nueva corriente de los llamados psicólogos emocionales explica, que hay “vacíos interiores” que necesitan ser llenados, y como seres tripartitos que somos, se debe atender el alma con la psicología, el cuerpo con la medicina y el espíritu con Dios, para los que viven con esperanza.

 Ah, ¡el poder de las cosas es aterrador cuando le eriges altares! Tener propiedades no es malo, pero cuando por el tener o retener posesiones, traspasas los límites de la cordura hasta la capacidad de destruir a los otros, estás caminando sobre arena movediza, porque ese afán destructivo vendrá un día contra ti.

¿A quién puedes querer, si el objeto de tu amor obsesivo son las cosas? El evangelista Mateo recuerda: “Porque ¿qué aprovechará el hombre si gana todo lo que el mundo ofrece y pierde su alma? En otras palabras, ¿Qué ganará el hombre si pierde su vida acumulando cosas, si al final no se lleva nada?“El futuro no envía heraldos”, es una frase atribuida al célebre escritor y poeta británico-irlandés Oscar Wilde.

Es que cuando nadas en posesiones, los sordos oídos no escuchan,  hasta que el magisterio de la vida te causa el dolor que ya no tiene cura. La realidad puede abrirte los ojos muy tarde, cuando ya a nadie le importas, cuando necesitas con desesperación de una mano amiga y solo te quedan los autos, las casas, el dinero y la soledad pavorosa que compraste.

El autor es escritor.

fbescritor@gmail.com

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