viernes, 14 de diciembre de 2012

            
     ¿En qué se parece una sanguijuela a un publicano?
                                                            25.04.2009

En que ambos degustan sangre. Los Publicanos fueron una élite de judíos millonarios al servicio del imperio romano, despreciados por su propio pueblo por su doble moral. Como especie de agentes comerciales privados, al servicio del Gobierno, tenían metas fijas de recaudación que cumplir, conforme los ingresos globales de los contribuyentes; pero ellos colectaban más allá de la meta requerida, exigiendo mayores aportaciones a su propio pueblo, y reteniendo para sí la diferencia, que consideraban su derecho. Por la misma historia romana, conocemos los graves atropellos e inmoralidades cometidas en el ejercicio de esa abominable función.
Algunos publicanos alcanzaron capitales inmensos, de hasta cien millones de sestercios, equivalentes hoy día, a aproximadamente 160.0 millones de euros —explican algunos autores—, contrastando con la fortuna senatorial media, que apenas era de alrededor de cinco millones de euros, o la de un caballero medio, que alcanzaba casi tres millones y medio de euros, y su riqueza —quede claro—, no era precisamente producto del trabajo honesto, como ya hemos visto.
Escritores importantes de la época como Livio y Cicerón, reseñan la negra reputación que acompañaban a estos contratistas judíos, a causa de esos exagerados abusos con su propio pueblo. En Palestina la mala fama general de los publicanos fue mucho más aguda, se les tenía por inmundos ceremonialmente, estaban excomulgados de las sinagogas, y excluidos del trato normal con sus compatriotas. Hoy día, a muchos nuevos adinerados de nuestras pequeñas ciudades, al sospechársele el extraño origen de sus repentinas fortunas, también se les considera inmundos, y se les critican los primeros asientos que ocupan dentro del templo.
Algunos críticos, relacionan a las sanguijuelas con este tipo de neo-publicanos, a quienes otros despectivamente llaman “ratas o cucarachas”, porque ambos succionan sangre, aunque con diversos métodos. Grandes corporaciones o personajes se enriquecen a las sombra de gobiernos, en intrincados negocios que pueden identificarse, porque aparecen y crecen en momentos críticos, en que las reglas de la economía y el mercado desmotivan a los más audaces inversionistas.
Igual que en tiempos del imperio romano, esa “economía publicanizada” tiene consecuencias destructivas tanto en el tejido social como económico. Los pobres se cansan de ver a sus vecinos repentinamente ricos, y de cualquier manera buscan entender ese modelo sencillo de “riqueza súbita” y hasta copiarlo, lo que genera el pandillerismo y otras expresiones de bandolerismo que asolan a la ciudadanía.
Nicaragua es un país pequeño y lleno de necesidades, que a lo largo de los años debieran haberse superado, con eficientes administraciones públicas. La gran familia nicaragüe
nse cree en la honradez, la practica y la enseña, y este valor es necesario heredarlo a las generaciones que vienen creciendo, para lograr un auténtico progreso. El clamor a Dios, del pueblo cristiano es fuerte, buscando su misericordia para que bendiga y prospere este país y además nos libre de esa sofisticada corriente de neo-publicanismo, que con arrepentimiento genuino, como en el caso del recaudador judío Zaqueo, decidan regresar hasta cuatro veces lo mal habido. (Lucas 19.1-10).


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