lunes, 29 de octubre de 2012



Opinión: Abril 2010
El mercadeo de la inmortalidad

Los estudios de la Sociedad para la Investigación de la Medicina Tradicional China han seleccionado cuatro fórmulas antiguas de píldoras de la inmortalidad para producirlas a gran escala, tras afirmar que el objetivo de esas pastillas es alargar la vida —explica un artículo publicado recientemente en internet— y llueven los pedidos por correo. ¿Qué es lo que hace que se quiera vivir eternamente? ¿Por qué la gente quiere ser como Dios?

El fenómeno “Dorian Gray” podría incluirse hoy día en la clasificación de inversiones mundiales sobre silueta, figura, músculos, cirugía, vitaminas de todo tipo, baño de lodo, sol, etc., pretendiendo eternizar la figura quinceañera que ya no tiene retorno. El combo completo se complementa últimamente con una incesante búsqueda de espiritualidad. Mucha gente anda a la caza de explosiones emocionales, milagros y misterios, ejercicios mentales, estudios de antiguos maestros espiritualistas, comunidades de relajamiento del espíritu, etc., todo con el propósito de lograr una larga vida indolora, feliz, y colmada de prosperidad.

Han florecido gigantescas corporaciones globales, que diseñan equipos y programas para una vida plena. Vitaminas naturales, pociones de todo tipo que prometen cero grasas, cero colesterol y triglicéridos, son consumidas por toneladas. Cada amanecer inicia con profundas inspiraciones de cara al sol, con su correspondiente sopa de químicos, para garantizar salud y matar en puerta cualquier enfermedad. Tai-chi, yoga, budismo, esoterismo, meditación y viajes astrales, espiritualismo, nigromancia, etc. reciben billones de dólares como pago por la ansiada restauración espiritual que se persigue.

El planeta está siendo engañado sutilmente en la supuesta calidad de vida de altos estándares. De manera que algunos con sólo escuchar la palabra muerte sienten que sube la presión, se reseca la boca, y un terrible escalofrío recorre la columna vertebral. La cultura de hoy responde a vivir eternamente. Se pretende lograr un divorcio entre la vida y la muerte, y como no es posible lograrlo, todo apunta hacia el campo virtual, donde son millones y millones los convencidos.

Diríamos que es natural que la muerte produzca algún tipo de temor. Pero es antinatural promover juventud eterna y cero muerte. El entrenamiento que la sociedad humana ofrece al que va naciendo es de “vida máxima”, que para los cristianos tiene su origen en Cristo únicamente. Se asisten a seminarios y conferencias para vivir exitosamente, de manera que los participantes entran en shock con sólo perder el trabajo y parecen morir lentamente, al carecer de recursos para pagar su paquete de vida, conque lo han programado, que en síntesis significa compra de toda promesa de juventud y vida plena.

Es que la realidad está siendo trastocada, se está cambiando la verdad por la mentira, pero de una manera tan delicada, que revertirla implica enormes presupuestos y abundantes campañas de reeducación de muchos años, pero que los gobiernos deberían iniciarlas ya. La robotización de la humanidad en el consumo de basura para la supuesta juventud eterna comenzó casi tres décadas atrás, y cuenta hoy con millones de incautos, que sólo saben sacar el dinero de sus bolsillos sin preguntar mucho.

Es categórico que ya no podrá el hombre vivir 969 años como Matusalén, ni que consuma todas las vitaminas y medicamentos que existan para ese supuesto. No te engañes, el hombre no vivirá más de 120 años, lo afirma el Señor Dios (Génesis 6.3). Por tanto, recibe el consejo de tratar de vivir en paz del tiempo de vida que te prodiga el Señor.

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