Opinion: Septiembre 2010
Los cazadores de inversión están ahora enfocándose en la ola verde ¿Por qué? Porque lo suelos sin arboles perdieron valor con la crisis inmobiliaria. Antes el negocio era suelo con casas, ahora es fuerte y revive la moda de los suelos con masa verde.
En Nicaragua el ambiente está cambiando un poco, más atrasado en relación a Finlandia, España, Chile y Brasil, pero ya se está aceptando la idea de que invertir en árboles, no es un negocio del siglo veintidós. “Los árboles nunca pierden valor”, dicen los expertos, y efectivamente con la crisis financiera mundial se redujeron un poco los precios internacionales de la madera, aunque no con el mismo ruido del petróleo, y en estos momentos el ambiente de los negocios de la madera está retornando a su normalidad.
Evidentemente la recuperación de contratos de la madera de los bosques templados estará creciendo con el ritmo de la construcción, no así las transacciones con madera tropical cuya demanda nunca se debilitó de forma violenta, ya que sus usos tan diversos le proveen mayor estabilidad.
China, uno de los gigantes forestales del planeta ha adoptado una política de estímulo financiero y monetario para enfrentar la crisis. Medidas como: aumento de las inversiones y expansión de la demanda interna para crear un ambiente favorable para el desarrollo empresarial, y responder así a los desafíos. En China también han cerrado empresas de producción forestal, pero sus estrategias no convencionales, se aplican a sacar ventajas de las crisis.
¿Qué está haciendo Nicaragua para promover las inversiones forestales? En principio, la brújula para abrir este sector con tanto mal entendido, ha sido el huracán Félix. Con el huracán en el Atlántico, se cargaron muchos sitios web del mundo, unos para apoyar procesos de reforestación y otros para el mercadeo de la madera caída.
Esta coyuntura aún caliente, debe aprovecharse y eliminar barreras que desalienten la inversión. Más bien, se debe generar toda una dinámica de apoyo a los intrépidos inversores que entran a la Costa como el torero en el redondel con el alma en vilo, rogándole a Dios que no cambien las reglas del juego.
Se habla de la Costa Atlántica como la gran región forestal del país, pero este concepto es aplicable a la costa de los 1900, hoy es nada más un mito y la sombra de esa otrora magnífica masa verde, que solo podrá recuperarse con el consenso y visión de sus pobladores e instituciones. Lo que hoy se puede avizorar es un cambio de los escenarios inmediatos de inversión que se ubican en el Pacífico Central y norte de Nicaragua, donde los productores tradicionales están transformando sus fincas en propiedades agroforestales y agrosilvopastoriles, cambiando sus viejos esquemas por oportunidades de negocio con árboles, esto es halagüeño. Nicaragua podría repoblar por ejemplo los bosques ralos de Nueva Segovia, pero con una sólida expectativa industrial como fundamento.
Guatemala, Honduras, Costa Rica y Panamá están luchando por enamorar inversionistas forestales. Nicaragua tiene que invertir en el mercadeo-país, pero no solo como destino turístico de golondrinas, sino como destino estable, creciente, especial para la inversión forestal. Ya los inversionistas están claros: el árbol no deja de crecer, ni su dinero pierde valor. ¿Qué falta? Para vender un terreno en Marte se necesita mucha imaginación, creatividad y sobre todo estrategia.
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