Opinión Abril 2011
Poker face
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El juego de póker tiene que ver con la lectura del rostro. Los nervios delatan un mal juego o un juego perdedor. El rostro seguro y con líneas alegres expresa confianza, esto supone un buen juego entre manos. Las películas del viejo oeste, retratan como se observan los jugadores, y sudan copiosamente, mientras tratan de adivinar el juego del otro. Un buen juego entre manos, y un rostro alegre y confiado delata al virtual ganador, esto hace que el contendiente prepare su revólver debajo de la mesa, para aniquilarlo antes del triunfo.
Ocultar las emociones, y fingir que nada pasa, parece ser una regla postmoderna. La regla es disfrutar de todo, aunque sea perturbador. Muchos en vez de llorar la partida de un ser querido, hacen fiesta. Beben, cantan y hasta bailan, porque demostrar tristeza y dolor, denota debilidad, y la debilidad no tiene mucha aceptación entre los exitosos. Los saludos son siempre con un rostro fiestero. Se debe presentar un “Poker face”, la cara de que no esta pasando nada, nada que intimide, nada que cause angustia. Normal dentro de la anormalidad.
La policía sufre con algunos delincuentes que han aprendido a gobernar su rostro. Los interrogatorios hechos de mil maneras no calan, el sospechoso tiene el encanto de un profesor de música, o de un predicador. Su rostro no delata ninguna culpa, de manera que muchos homicidas cerebrales, y hasta delincuentes de barrio, son declarados inocentes. La lectura de su rostro es un secreto inexpugnable, y la llave solo gira en la mente, a discreción de su dueño.
En “el juego de la vida”, como dice una canción, nadie quiere mostrar su juego. Delatar su juego lo hace a uno hipervulnerable. El político se cuida de que una mosca no altere sus cejas, porque si sus expresiones lo delatan no está convenciendo a nadie con su mensaje y promesas. Los empresarios en una entrevista de crédito deben mostrar triunfo en su rostro; los traficantes delante de la justicia, muestran confianza sin importar las evidencias presentadas. Estamos en los tiempos de la otra cara.
Judas Iscariote se hizo el baboso en la última cena con el Señor Jesucristo. Mientras comían, su rostro no delataba la agitación interior que tenia, producto de haber negociado la traición, apenas un día antes. Los demás discípulos se preguntaban quien sería el canalla que traicionaría al Maestro. Todo parece indicar que Judas ya había entrenado su rostro como un jugador de Póker, porque todos en esa mesa se vieron a la cara inútilmente, allí nadie parecía traidor.
Pero los traidores conocen el arte de suavizar sus líneas faciales. En la práctica de mentir, sobornar y cobrar, la mente no evidencia nada. La preocupación del traidor es que las palabras no sincronicen señales, que no haya alteración. Que no tiemblen sus labios, sus pómulos, sus mejillas. Que no transmitan sus ojos. Que el caldero hirviente de la conciencia no envíe signos a los ojos que los delaten.
Es tiempo de aprender a leer detrás de los rostros y de los labios. Todo parece indicar que el mundo de las palabras no es suficiente. Se requiere algo mayor en esta época de los Poker face. El nicaragüense deberá aprender a defenderse de la cara de cera, del lenguaje ambivalente, anfibológico, de muchos personajes de la moda política, con la ayuda de Dios.
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