lunes, 29 de octubre de 2012



Opinión: Noviembre 2011
La cultura de lo ilícito

 “No te es lícito”, le dijo Juan a Herodes, de forma contundente, severa —no te es lícito tomar la mujer de tu hermano—. Y fue como una pedrada en la frente, o una cuchillada en el corazón del, o la transgresora, que marcó el fin del valiente e inclaudicable profeta. Ese odio a los que denuncian lo podrido, lo enfermo, lo sucio es milenario. No es lícito tomar lo que pertenece al pueblo de Nicaragua —diría hoy el profeta Juan— y quizás, alguien le volvería a cortar la cabeza, pero otros Juanes estarían naciendo.

¿Tiene alma el dinero? ¿El poder? ¿Por qué hay quienes han escogido vivir fuera de la ley y la moral, sabiendo que el precio a pagar será alto y que en cualquier momento, habrá una factura que atender? Es increíble pero hay territorios completos, como es el caso del Transdniester, territorio secesionista y rusófobo al este de Moldavia, donde gran parte de su economía tiene origen en la producción y comercio de armas ilícitas como minas, lanza misiles etc., escribe Moisés Naim en su libro Ilícito .

La humanidad asiste con horror a situaciones antes inimaginables. Hemos alcanzado extremos que ni siquiera sospecharon nuestros antecesores. El robo y contrabando de órganos, el secuestro y tráfico de esclavos modernos para la prostitución, el comercio de drogas, el comercio global de ideas robadas, el secuestro de barcos en altamar. La alteración y falsificación de medicamentos que deja como resultados gente destruida físicamente o fallecimientos por consumir placebos. La apropiación de negocios privados por coacción y asesinatos de sus propietarios, la apropiación de gobiernos por extorsión, persecución, muerte civil o vendettas políticas, son situaciones que hoy inciden en grandes desequilibrios sociales a lo largo del mundo.

Hacerse millonario “por la izquierda” como dicen en Miami a los que no trabajan legal, ya no huele a lepra. La lucha contra lo ilegal parece tímida, apagada, es que todo se vuelve costumbre expresan los psicólogos, y hasta termina siendo atractivo, lo que antes acalambraba el estomago. La mente se programa tanto para lo bueno como lo malo, aunque hay un elemento clave: es voluntario.

Y cada día lo que podríamos llamar el club de lo ilegal, va engrosándose con gente que ha decidido avanzar por la vida por el camino fácil. Si estupefactos leíamos antes en los diarios de Guatemala, el sicariato barato de asesinatos por cien quetzales, en nuestro país hoy la delincuencia asesina por un teléfono celular. Está evolucionando el ámbito de la ilegalidad, hasta el punto que la aplicación de las leyes hace acepción de personas, categorías sociales o interés político. Igual que alrededor de 2,700 años atrás, en que el profeta Miqueas exhortaba al pueblo de Judá diciendo: “Los delitos han llegado a su colmo...”

Ojala el Señor no mire a Nicaragua como en los días de Isaías y Miqueas cuando cansado dice: “Ayer ustedes eran mi pueblo, pero hoy se han vuelto mis enemigos”. El campo de lo ilícito tiene su paga, y es que el dolor, la cárcel, la enfermedad y la muerte, aguardan luego de comer la fruta prohibida con la pasión del secreto, del misterio no compartido.  

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